domingo, 18 de julio de 2010

GRABANDO "JOHNNY COME LATELY".



Pedazo de Historia viva. Steve Earle al límite, se procura la cuadrilla que más o menos le convenía (según se mire) en la grabación del canónico Copperhead Road (1988). The Pogues ejercían de anfitriones. Impagable documento antes de la caída. La chica de Galway llegaría más tarde.

Gary´ s back.

domingo, 2 de mayo de 2010

Bandada marina/ 30-04-2010.


El concierto, con el estupendo marco proporcionado por el Teatro Arbolé, servía de puesta de largo de Bandada Marina, el nuevo proyecto y disco de Foncho Casasnovas. Le acompañaba entre otros Jaime Lapeña, compañero también en la banda El Bosque y entre nosotros, "el Steve Wickham español", aunque el violinista de The Waterboys, aunque de apabullante bagaje, seguro carece de la versatilidad de este hombre. El disco que se presentaba, ofrece un acercamiento absolutamente libre y diverso al “folk”, por decirlo de alguna manera. Para mí, es una de esas obras singulares que como por ejemplo, Clandestino de Manu Chao o Vs. El Monstruo de las Ramblas de Facto de la Fe y las Flores Azules, sin tener nada que ver, comparten esa especie de comunión entre tradiciones musicales muy diferentes entre sí, pero que se aúnan con total naturalidad con esa cadencia como de cadena de bicicleta, vamos, que llegas más tarde a tu destino pero disfrutas más del paisaje.

El cedé, de sonido principalmente acústico, cocinado con tranquilidad y entre amigos, es un poco también un viaje de trayecto corto, pero en el que caben muchas cosas, desde los recuerdos de juventud hasta las instantáneas de un monte tempranero, desde los paseos urbanos que saben a barrio hasta las caminatas que serpentean hasta el próximo pueblo. Y en el concierto, fantástico, hubo el mismo ambiente familiar y la misma complicidad. Siguiendo las canciones tal y como aparecen en el disco, se fueron sumando valiosos colaboradores hasta cerrar el circulo con Fisherman´s Blues.

Y es curioso, porque al día siguiente, “celebrando” el día del trabajador en el campo con mi familia, guarecidos del sol junto a la gran Higuera y vigilados por unos alberjeros, ya desprovistos de todas las flores, repetí un sentimiento parecido al del concierto. Mi cuñado puso una cinta que le grabé hace tiempo, y mientras dábamos buena cuenta del pollo empanado, fueron sonando Levellers, Black 47, Dropckick Murphys o la Oysterband y aquello era lo mejor, por eso mis sobrinas, con apenas dos y tres años, movían la cabeza advirtiendo lo buenas que eran esas canciones y por supuesto, al compás de ese fiddle que se venía arriba.

viernes, 2 de abril de 2010

Lukey.



Como dice uno de los comentarios que este video ha motivado en Youtube: Great Big Sea + The Chieftains = WIN! Los canadienses y los irlandeses hermanados en esta gran historia. En esto del costumbrismo fantástico no les gana nadie.

No More Chupito´s Lament.



Mis amigos se abandonaban a un ejercicio de entrega absoluta ante la indiferencia del público. Pietro planeaba sobre las cuerdas del maltratado fiddle, Albert rasgaba la guitarra hasta que las chispas salpicaban y Moreno, que venía del Glam y de la Motown aporreaba la batería como un teutón. La pasada semana pudimos comprobar una vez más como “nuestro género” se ve sometido siempre a un tratamiento previsible y reduccionista. No hay grises ni matices, sólo una gruesa concepción de todos los sonidos que entrelazan la electricidad con lo celta como mestizaje de garrafa.

Aún recuerdo como en una revista de vehemente inclinación indie se comparaba, no sin cierta prepotencia a Wolfstone con The Pogues. Evidentemente, se acusaba a los primeros de profanar el legado de los segundos, cuando no hace falta ser ningún entendido, sólo tener un poco de afición, para apreciar que es algo así como comparar a Bob Dylan con Iron Maiden, es decir, que podemos encontrar claves comunes pero claro está, son cosas distintas. Pasa a menudo, y mientras el talento compositivo y alcance mediático de Shane McGowan le permiten jugar en otra liga, muchos otros se ven relegados al subgénero tabernario, el peor de todos para muchos.

Y los prejuicios comienzan por el nombre de la banda, tantos que hasta los Dropckick Murphys se vieron vetados en aquella noche que partiendo desde el mero trámite de fin de semana se convirtió en un reivindicativo alegato generacional a base de chupitos y rock and reels. Y eso lo podría entender en los típicos sitios, aquellos en los que el trámite del fin de semana se concierte en un infierno burocrático pero no en estos otros que venden alternativismo, y que por otro lado, también hay que decir, son los que más nos gustan. La Dj resultó amable y resuelta y nosotros una vez más, no supimos transmitir el concepto y la seriedad musical de los de Boston. Quizás deberíamos haber recordado que si Wilco tocan por Woody Guthrie, también los Murphys lo hacen, y con un rigor que para si quisiera muchos neotradicionalistas.

Y no vamos al todo vale, que conocemos bien la diferencia entre estos y otros que no me atrevo a nombrar, pero si denunciamos cierta estrechez que no deja disfrutar de ciertas canciones, a causa encima, de hacer un análisis precipitado con cargo a The Cure, a Arcade Fire o a The Incredible String Band. Aún así, nos honra la persistencia: la colina no estaba suficientemente empinada y el grito ahogado de Sailor Peg llegó a emprender a todos aquellos que dudaban de nuestra palabra. Y aunque después volvieron a sonar The Raveonettes y todo volvió a la normalidad, nosotros lo celebrábamos con el mismo espíritu infundido por San Patricio, desorientados por el alcohol y jactándonos de “la diferencia”.

domingo, 28 de marzo de 2010

The boys and the babies/ Is Graig here?




¡Ah, que comienzo..! La revisión que The Drovers hicieron de una de sus fabulosas canciones para la pelicula Blink (1994). Entonces, se pateaban todos los garitos de Chicago y aquí, a pesar de la licencia fílmica estaba la mejor versión de la banda, o por lo menos la que engancho para siempre. Y aunque he buscado ese "zeitgeist" en otros grupos de influencias similares nunca lo he encontrado. Disfrutemos una y otra vez del mejor arranque posible y recordar que nunca debéis iros de marcha con Aidan Quinn.

domingo, 21 de marzo de 2010

Flogging Molly/ Live at the Greek Theater.



Este Live at the Greek Theater es un regalo fabuloso tanto para los fans como para aquellos que no los conozcan porque esta gente se han empeñado en librar una batalla contra la ignorancia y los prejuicios con los que se despacha habitualmente a aquellos comentarios, críticas y demás que se ofrecen cuando se ha de hablar de una banda de documentada arcilla irlandesa que suman a su formación rock, un violin, un acordeon o un banjo. Y lo hacen con un doble cd y dvd, impecables, de lujosa producción, sin cortes, sin demasiadas explicaciones, sólo las que quiere dar su simpar cantante ante la entregada audiencia angelina. Notables canciones que entroncan tanto con de The Clash como The Dubliners y una maquinaria instrumental electroacústica a rodillo pero sin descuidar el detallismo que este recinto permite. No more Paddy Lament, que han llegado Flogging Molly.

Dropkick Murphys/ Barcelona 23-01-2010.



Y allí estuvimos y tratándose de nuestro primer concierto de los Murphys era mucha la presión. Tanta, que nos la gastamos Rambla arriba, rambla abajo como Manu Chao, tomando té de hierbas y comiendo chocolate respatingados en un sofá, como si tuviéramos que dar nosotros el concierto. Superado la extrañeza que suponía asistir a las filas que aguardaban a Europe en la sala contigua y advertida la sana diferencia que nos salva, nos plantamos frente al escenario para prestar a los teloneros The Mahones la atención que se merecían. El pasaje industrial que conducía a la Razzmatazz2 ayudaba mucho. Asumiendo honestamente su función y rubricando su actitud con la estampa de Joe Strummer en la camiseta, unos Mahones rejuvenecidos sentaron las bases de la escena rock-punk-celta con un set conciso y concentrado que constituyó el mejor preámbulo antes de que se encendieran las almenaras con el desgarro de Sinead O´Connor y The Chieftains en una majestuosa Foggy Dew. La marcha anunciaba la salida de D.M. y con una generosa espectacularidad escénica, impulsada por el carisma de Al Barr, enarbolaban claramente el objetivo de cerrar una época en la que han pasado del oi tabernario a ser el gran referente del punk-celta y antes de la publicación de su último directo. Así que sin olvidar viejas canciones y dándole al Blackout el puesto que merece, fueron minando la sala con clásicos de los tres grandes últimos discos de estudio. Y ellos cerraban esa época, ese tramo de consolidación y nosotros cerrábamos también un ciclo. Y fue significativo que no diéramos luego con ningún Irish Pub y acabáramos en otro tipo de “Pub”, uno nada irlandés, de moqueta roja y no verde y muy catálá, uno de esos que se habían quedado en la Barcelona de finales de los 80 y 90... Y después de esa singularidad nocturna, los redobles de I´m shipping up aún sonaban más fieros y cercanos.

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