viernes, 2 de abril de 2010

Lukey.



Como dice uno de los comentarios que este video ha motivado en Youtube: Great Big Sea + The Chieftains = WIN! Los canadienses y los irlandeses hermanados en esta gran historia. En esto del costumbrismo fantástico no les gana nadie.

No More Chupito´s Lament.



Mis amigos se abandonaban a un ejercicio de entrega absoluta ante la indiferencia del público. Pietro planeaba sobre las cuerdas del maltratado fiddle, Albert rasgaba la guitarra hasta que las chispas salpicaban y Moreno, que venía del Glam y de la Motown aporreaba la batería como un teutón. La pasada semana pudimos comprobar una vez más como “nuestro género” se ve sometido siempre a un tratamiento previsible y reduccionista. No hay grises ni matices, sólo una gruesa concepción de todos los sonidos que entrelazan la electricidad con lo celta como mestizaje de garrafa.

Aún recuerdo como en una revista de vehemente inclinación indie se comparaba, no sin cierta prepotencia a Wolfstone con The Pogues. Evidentemente, se acusaba a los primeros de profanar el legado de los segundos, cuando no hace falta ser ningún entendido, sólo tener un poco de afición, para apreciar que es algo así como comparar a Bob Dylan con Iron Maiden, es decir, que podemos encontrar claves comunes pero claro está, son cosas distintas. Pasa a menudo, y mientras el talento compositivo y alcance mediático de Shane McGowan le permiten jugar en otra liga, muchos otros se ven relegados al subgénero tabernario, el peor de todos para muchos.

Y los prejuicios comienzan por el nombre de la banda, tantos que hasta los Dropckick Murphys se vieron vetados en aquella noche que partiendo desde el mero trámite de fin de semana se convirtió en un reivindicativo alegato generacional a base de chupitos y rock and reels. Y eso lo podría entender en los típicos sitios, aquellos en los que el trámite del fin de semana se concierte en un infierno burocrático pero no en estos otros que venden alternativismo, y que por otro lado, también hay que decir, son los que más nos gustan. La Dj resultó amable y resuelta y nosotros una vez más, no supimos transmitir el concepto y la seriedad musical de los de Boston. Quizás deberíamos haber recordado que si Wilco tocan por Woody Guthrie, también los Murphys lo hacen, y con un rigor que para si quisiera muchos neotradicionalistas.

Y no vamos al todo vale, que conocemos bien la diferencia entre estos y otros que no me atrevo a nombrar, pero si denunciamos cierta estrechez que no deja disfrutar de ciertas canciones, a causa encima, de hacer un análisis precipitado con cargo a The Cure, a Arcade Fire o a The Incredible String Band. Aún así, nos honra la persistencia: la colina no estaba suficientemente empinada y el grito ahogado de Sailor Peg llegó a emprender a todos aquellos que dudaban de nuestra palabra. Y aunque después volvieron a sonar The Raveonettes y todo volvió a la normalidad, nosotros lo celebrábamos con el mismo espíritu infundido por San Patricio, desorientados por el alcohol y jactándonos de “la diferencia”.

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